EL AMOR ASÍ MISMO (A).
La felicidad es un extenso territorio con un acceso sumamente estrecho: el amor a sí mismo. Quien no aprende a amarse a sí mismo, jamás podrá amar a nadie, porque si su propio ser no es capaz de inspirarle afecto y cariño, menos lo conseguirán los demás. Para auto destruirse no es necesario llegar al suicidio, basta con convertirse a sí misma en víctima, en mártires sin remedio, o bien a ser adicto a las enfermedades, al consumismo, al alcohol¸ alas conductas o sustancias tóxicas. Muchas de estas personas, por falta de amor a sí mismas, no toleran que nadie las ame o les hagan una caricia verbal, física o de reconocimiento y, junto con el escepticismo, destruyen, toda la franqueza, sinceridad, bienestar y amor que les rodea, con las fallas de su propia conducta que no da oportunidad alguna. La felicidad está basada en el amor que nos tenemos a nosotros mismos: YO SOY LO UNICO QUE POSEO. Sólo yo estaré conmigo hasta la muerte. Sólo de mi propia compañía y auxilio tengo la certeza abs